Aunque la frase parezca sacada de un cuento para niños, de esos que siempre terminan en «Vivieron felices por siempre», no está lejos de la realidad.
Es un recordatorio poderoso de la influencia de nuestros pensamientos en la realidad que creamos para nosotros mismos.
Cuando visualizamos un objetivo, cuando lo imaginamos con detalle y lo anhelamos con fuerza, estamos sembrando la semilla de su realización.
Todo puede pasar y si pasa primero en nuestra cabeza, es más seguro que pase en la vida.
Muchas veces, lo que consideramos imposible simplemente no lo hemos intentado lo suficiente o no hemos encontrado el enfoque adecuado.
Por eso, en lugar de rendirnos ante los obstáculos, debemos enfrentarlos con determinación y buscar soluciones.
En este proceso de búsqueda, de crecimiento personal, es fundamental reconocer que hay aspectos que están más allá de nuestro control.
No podemos controlar todas las variables externas, pero sí podemos controlar nuestra actitud y nuestra respuesta ante las circunstancias.
Es bueno esforzarnos, preguntarnos cómo lo voy a hacer, a qué problemas me puedo enfrentar, y dejar eso que nosotros no podemos controlar a alguien más.
Santa Rita de Casia, patrona de lo imposible, nos recuerda la importancia de la fe y la perseverancia en momentos de dificultad.
Pidamos su poderosa intercesión, que le hizo ser merecedora de una espina en la frente, gracias a sus oraciones por el prójimo.
La felicidad no está en alcanzar grandes metas, sino en apreciar las pequeñas cosas y encontrar satisfacción en el camino recorrido, siendo caritativos.
La Madre Teresa de Calcuta decía que hay que dar hasta que duela. Lo que damos al prójimo lo recibe Cristo.
Bien es cierto que todos tenemos algo que dar, hasta los más pobres podemos regalar ánimos.
Una comunidad fraterna es en la que se comparte; todos damos y todos recibimos. Madre Teresa también sostenía que la peor de las pobrezas es sentirse marginado.
Por ese lado, involucrar a las personas es dar algo muy bueno a Cristo.
Regálate paz hoy, y dale también a los demás.
Nuestro enfoque puede construir o destruir. Estar bien no se trata de negar lo malo; nada ganamos negando la realidad, pero tenemos una vida hoy.
En lugar de centrarnos en lo que nos falta o en lo que no podemos cambiar, debemos aprender a valorar lo que tenemos y a aprovechar al máximo cada momento con nuestros seres queridos.
A pesar de todas las tormentas, hoy puede salir el arcoíris si sonreímos, si recibimos una sonrisa de vuelta y ya con eso tenemos. No se necesita mucho para ser feliz; sí, hay que luchar, pero saborear el camino.