Si sabemos que en una carrera va a ganar el caballo blanco y no el negro, apostamos por el blanco.
Entre el diablo y Dios sabemos que gana Dios, porque venció a la muerte (que hasta el momento se veía como territorio del diablo) y resucitó.
Pero al estar orgullosos de ser pecadores estamos apostando por el diablo, el perdedor, y nos vamos a hundir.
Es muy difícil seguir a Dios, como Adán y Eva podemos caer en tentación por lo que pareciera ser la más mínima cosa.
Si pensamos que es normal, que al final nadie es completamente bueno, vamos a hundimos todavía más profundo, de forma que será difícil salir.
Que, sí podemos salir, gracias a Dios, sí, pero a menos que te arrepientas a la semana de que Cristo resucitó igual tendrá consecuencias.
¿Entonces cuál es la forma de vivir en paz? Querer hacerlo. Basta con tener al Espíritu Santo en el bautizo, cumplir con los sacramentos y mandamientos.
¿Qué tampoco quieres hacer eso? Entonces arrepiéntete y cree en el evangelio.
¿Tampoco? Entonces cree en Dios, así como María que, aunque tenía planes aceptó los del Señor.
Confiésate. Escribir los pecados funciona para no olvidarlos a la mera hora.
Si en tu comunidad no confiesan seguido, mientras puedes comulgar en espíritu, dile a Dios que crees en Él y pídele que llegue a tu corazón.
A veces se piensa que hay que hacer muchas cosas, pero una vez que hagas bien una no serás tú quien trabaje solo con las demás.
No somos nosotros quienes cargamos con el mayor trabajo. Jesús está con nosotros a cada paso, Él ya no volvió a morir, se quedó aquí para caminar a nuestro lado cuando nos vaya bien y para llevarnos en sus brazos cuando estemos tristes.
Si no hacemos bien todo lo que quisiéramos es porque creemos que solo con nuestro esfuerzo podemos con todo. Dios es quien nos permite esforzarnos, para empezar.
No estamos llamados a ser ángeles rebeldes, estamos llamados a ser santos. He escuchado «Mi Dios es un Dios que no juzga», está muy cool pensar que lo que hacemos no tiene consecuencias negativas, pero qué tal si esas vienen en la misma bolsa que las positivas.
Dios sí nos va a juzgar, como buen padre nos dice lo que está bien y lo que no, puede reprendernos si hacemos mal; pero también, si nos arrepentimos, podemos aspirar a entrar en su reino.
Al final no somos perfectos, pero Dios sí. Él, que es misericordioso, puede perdonar porque quiere que goces de la mejor recompensa, y no solo de pequeños regalillos.
Una vez que lo dejes hacerlo, te llevará por el camino de la eterna felicidad.
Jesús murió por los pecadores, eso no significa que ser pecador esté bien, significa que se arriesgó por el perdón de tus pecados, dio el primer paso y el más difícil, falta seguir trabajando en que se perdonen nuestros pecados, ahora por cuenta propia.
No dejes que vivir en pecado sea tu vida a medias, sin felicidad, deja que vivir en pecado sea tu pasado.