Santa Filomena a sus trece años ya le había prometido su virginidad a Dios, pero en un viaje acompañando a su padre, el emperador Dioclesiano la pidió en matrimonio por su belleza.
Sus padres le suplicaron hasta arrodillarse para que accediera y salvara su país. Ella, firme en su amor a Dios dijo: Mi reino es el cielo.
El emperador, incitado por el demonio, la metió en una de las cárceles del palacio y fue encadenada. Filomena pensó que lo que le provocaría aquello no sería mayor que el valor dado por Dios.
A sus treinta y siete días allí, vio a María con su Divino Hijo en brazos, quien le avisó que solo resistiera tres días más.
El emperador, sin esperanza, la mandó a torturar públicamente. Lo siguiente fue flagelación; cuando el cuerpo de Filomena estaba bañado en sangre, Dioclesiano, al pensar que ella ya iba a morir, la mandó para que lo hiciera en el calabozo, sin embargo, dos Ángeles curaron sus heridas dejándola incluso con más fuerza de la que tenía antes de los latigazos.
Dioclesiano le dijo que sanó porque definitivamente ella tenía que ser emperatriz de Roma. Filomena firme en su fe, se negó de nuevo; entonces el emperador mandó a que se le atara un ancla al cuello y la tiraran al río Tíber.
Dos Ángeles cortaron la soga que la unía al ancla y la llevaron a tierra donde la multitud miraba sorprendida. Muchos espectadores se convirtieron.
Filomena fue arrastrada por las calles y atravesada por una lluvia de flechas. Dios la honró; sus heridas sanaron mientras dormía. Trataron de tirarle fechas más afiladas, pero las flechas no salieron por más que los arqueros intentaron.
Las flechas con fuego, esas sí que salieron, pero a medio camino volvieron hacia quienes dispararon, y murieron seis arqueros, otros dejaron el paganismo, y en el pueblo se habló del poder de Dios.
La cabeza de Filomena fue cortada con un hacha, ella subió al Cielo junto a su amado, que le colocó la corona de mártir y la palma de la virginidad.
Santa Filomena, valiente, se aferró a lo que quería, se mantuvo fiel a Dios, aun pudiéndose haber convertido en alguien con poder. Cómo es que cuando algo malo pasa nos preguntamos por qué.
Queremos huir tanto del dolor, que inventamos analgésicos. Santa Filomena solo necesitó amar a Dios para soportar todas las pruebas. Santa Filomena, Patrona de los Hijos de María, ruega por nosotros.