«Humilde planta del bienaventurado padre Francisco», era como solía llamarse Santa Clara a ella misma. Fiel seguidora de Francisco de Asís, vivió la pobreza, a pesar de haber nacido como noble.
A Santa Clara se le reconoce por haber sido la primera y única mujer que escribió una regla de vida religiosa para mujeres.
La vida de Santa Clara está llena de amor y fortaleza.
Se representa a Santa Clara con el hábito de las clarisas (sayal marrón y velo negro sujeto con el cordón de cuyo cinturón sale un rosario).
Su padre tenía el título de conde y su madre era una mujer devota de hacer peregrinaciones.
Antes de nacer Clara, el Señor le reveló a su madre que alumbraría a su hija de una brillante luz y fue por eso que la niña recibió en el bautismo el nombre de Clara. Su nombre significa vida transparente. Apenas a los 18 años, ella suplicó a Francisco de Asís que le permitiera compartir su vida.
Se encerró en una casa que estaba en ruinas, cerca de la Iglesia de San Damián, y Francisco de Asís fue su guía espiritual.
Su hermana Inés y otras jóvenes se le unieron para vivir en absoluta pobreza. Ellas fueron las primeras franciscanas.
A finales de los años 50, la televisión cobraba importancia en la sociedad.
El Papa Pío XII quiso ofrecer la bendición y protección de la Iglesia para dicha tecnología, por lo tanto, en 1958 publicó la Carta Apostólica proclamando a Santa Clara Patrona de la Televisión.
En esta se dice que la Iglesia apoya la innovación tecnológica y recomienda la tecnología para la proclamación del Evangelio. Sin embargo, se reconoce que la televisión es capaz tanto del bien como del mal, por lo que requería un santo patrono.
El Papa eligió a Santa Clara de Asís porque, en un tiempo de navidad, Clara estaba enferma y no podía salir para asistir a la Eucaristía, pero Dios le dio una visión de la Misa en su convento, en tiempo real.
El día 11 de agosto, la Iglesia celebra a Santa Clara, pues ese fue el día en que la patrona de las telecomunicaciones y de la televisión partió a la patria celestial, ella tenía cincuenta y nueve años.
Las clarisas, que constituyen la rama femenina de los franciscanos, siguen su vida de oración y pobreza.
Santa Clara, ruega por nosotros para que se seamos dignos de amor, haznos capaces de ver a Cristo en el pobre y en el enfermo.