Perder A Un Ser Querido ¿Qué Dice La Biblia Católica?

la vida es la cruz

Lamento si sabes lo que se siente perder a un ser querido. Es sumamente doloroso y lleva tiempo aceptarlo.

Dependiendo quien es esa persona, si la veíamos a diario, sentimos como si nos quitaran algo valioso que no se puede recuperar; sin embargo, ese sentimiento es egoísta porque no pensamos en ellos, sino en nosotros, y por eso hay que trabajarlo.

Es muy difícil pensar positivo la primera semana, o el primer año, a menos que la persona que “perdiste”, tuviera fe en Dios, y ponernos tristes es insultar su fe.

A medida que pasa el tiempo, aunque todavía duele, se aprende a sacarnos adelante nosotros mismos.

¿Recuerdas la escena del Rey León donde Simba se ve en el agua y mira a su padre? En realidad no es fantasía; un ser querido deja huella, tal vez gracias a esa persona aprendimos a consolar, hacer reír, e incluso adoptamos su forma de ver el mundo.

Si él o ella nos quería, pensamos que no le gustaría vernos tristes. Podemos intentar usar eso que nos dejó para alegrar nuestra vida y la de otros.

No es fácil, claro que no, siempre se extraña, lo importante es recordar lo bonito, los buenos momentos, preguntarnos qué hacer para merecer volver a verle, y hacerlo.

Como está escrito en la Biblia, «Si el grano de trigo no muere queda infecundo». Estamos aquí para ganar el premio mayor que es el cielo: Si no muriéramos, tampoco podríamos gozar de la gloria ni valorar nuestra vida.

Preguntarnos “Por qué”, no hace estar más cerca de quien perdimos, solo desconcentra de la realidad.

Perder a un ser querido o a varios no impide la felicidad, somos nosotros los que decidimos eso, porque ser feliz no se trata solo de estar bien cuando las cosas van bien.

Se siente extraño estar feliz, pues pensábamos que no íbamos a poder vivir sin él o ella, pero esa felicidad curiosamente se obtiene gracias a él o ella, que nos fortalece con recuerdos y enseñanzas llevadas en el corazón.

En el santo Evangelio según san Lucas 20, 27-40 se habla de que se acercaron a Jesús unos saduceos (que negaban la resurrección de los muertos), pero curiosamente ellos mencionan algo escrito por Moisés, entonces solo creían en lo que les convenía.

Jesús responde que el mismo Moisés indica que existe la vida eterna en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. «Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven».

Así como los saduceos, también estamos en peligro de aferrarnos solo a esta vida, y quedarnos solo con lo que podemos ver.

Jesús en la respuesta menciona a Abraham, Isaac y Jacob, pues en ese entonces ya gozaban de la vida eterna.

Si creemos haber perdido a un ser querido tal vez nos falta creer en que ya está gozando de lo lindo, los que hacen el bien siguen vivos y disfrutan por los siglos de los siglos.

Así, otra razón tenemos para luchar por estar ahí, pues no los hemos perdido, Dios los dejó gozar más pronto que nosotros. Porque en esta vida ya habían dado todo, o porque si se quedaban iban a sufrir.

Llegará el momento en que podamos ver, si Dios quiere, conocer todo, como un bebé en el vientre de su madre que al nacer descubre un nuevo mundo. Entonces nos volveremos a reunir, sin embargo, antes toca ser felices aquí.

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