Si eres mexicano o mexicana, seguro has escuchado de las apariciones de la Virgen María a Juan Diego, e incluso has tenido la oportunidad de visitar la Basílica de Guadalupe.
Si eres de otro país, ella también es tu madre, y también puedes dirigirte a ella bajo el título de Guadalupe, así como visitarla.
Es un gran regalo cómo la Virgen María hace sus apariciones según cada país particular, y eligió México para que también se le construyera una capilla.
Esta oración a la Virgen María de Guadalupe te ayudará a unirte más a ella, porque también a ella, Madre del Verdadero Dios por quien se vive, necesitamos orar.
A fin de que Nuestra Madre interceda ante su hijo Jesús por nosotros y crezcan en nosotros virtudes como las que ella tiene, la saludamos con amor.
Oración a la Virgen María de Guadalupe
Con cuánta dulzura hablaste, oh, Madre mía a Juan Diego, fueron tus palabras garantía de que eres madre del verdadero Dios y también de los mexicanos.
Así lo dijiste al neófito feliz, que tuvo la dicha de escuchar tu conversación.
Gracias te doy con toda mi alma, porque siendo madre del Dios Omnipotente, quisiste ser por adopción en el calvario Madre de todos los cristianos y Madre especialmente de los nacidos en México.
Lo que hiciste por tu aparición en el Tepeyac según tu voluntad expresa.
Has cumplido tu promesa maternal, continúa entre nosotros tus hijos, para desempeñar los oficios dulcísimos de Madre.
Somos tus hijos mexicanos, ingratos y pecadores, pero te reconocemos, bendecimos tu Santo nombre y te amamos con todo el corazón. Amén.
Para complementar tu rosario
Oh, purísima Virgen de Guadalupe, a quien amo tiernamente como a mi verdadera y dulcísima madre, dígnate admitirme en tu sagrada presencia.
Aquí vengo (o venimos) a ofrecerte un rosario con que deseamos honrarte y vengo también a pedirte por una de las necesidades públicas y particulares que me aquejan (decir la intención).
A quién he de recurrir si no a ti, que eres nuestra madre, muéstranos la suave compasión que le mostraste a Juan Diego.
Verdad es que no lo merecemos, pues no tenemos las virtudes de aquel piadoso indio, mas esperamos que en tu misericordia infinita y tu bondad nos darás un corazón puro y amante como el suyo.
Entonces podremos oír en el fondo de nuestra alma que alivies nuestras penas con aquellas misma dulcísimas palabras que le dijiste «Hijito mío, no te aflijas, ¿por ventura no estoy yo aquí, que soy tu madre?, ¿por ventura no estás aquí, acogido bajo mi amparo, se te ofrece otra cosa?».
Si madre mía, dulcísima, sí se nos ofrece otra cosa, además de las gracias que te presentamos, te pedimos que bendigas a toda tu nación mexicana.
De un modo muy especial, protege a todos los que te sean más devotos, para que formando tu familia íntima en esta vida tengan la dicha de formar tu corte predilecta allá en el cielo, desde donde contigo alabaremos eternamente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, amén.
¿Quienes pueden hacer esta oración?
Todos somos hijos de la Virgen María, por lo tanto, todos podemos dirigirnos a ella como nuestra madre.
Está especialmente pensada para los devotos a ella en su advocación de Guadalupe, seas del país que sea.