Humildad y Misericordia: Caminos Hacia la Salvación

emaus cuaresma y semana santa

Dios es clemente y misericordioso, no nos trata como merecen nuestras culpas.

Pero no deberíamos estar orgullosos de esas culpas.

Dios es justo juez, y sabe dar a cada quien según se arrepiente, a quien tiene una conversión de corazón.

Porque todos podemos caer en tentaciones, y si no caemos no es por nuestras fuerzas.

Es por las fuerzas de Jesucristo que podemos resistir a las tentaciones, esa es un gracia.

Dios, en su segunda persona, fue tentado, pero pudo, nosotros no podemos sin Él.

La medicina para no volver a pecar es estar muy unidos a Él, en continua oración, acción de gracias y obras de caridad.

Además de procurar en nuestra vida diaria verdadera humildad.

Quien no sabe ser humilde, no puede con el humilde. Y el humilde recibirá lo justo al final del día.

Porque el humilde no trabaja solo, sabe que no es por sus fuerzas, sino por mayor razón.

Para no caer en tentación es indispensable:

El ayuno. Aplacar nuestro propio cuerpo para que el alma adquiera fuerza en amistad con su creador.

La limosna. Dar de lo poco que tenemos, y que no nos cueste poco, porque entonces no cuenta como limosna.

Sea dinero, sea trabajo, sea cariño, o tan solo consejos.

La oración. Todo el día si es posible estar en comunión con Dios, hablando con él, espiritualmente.

Si estas trabajando, es como tener un compañero al lado que te apoya. Si estás triste, es el amigo que está ahí para ti.

La caridad. Como parte de la limosna, la caridad es un movimiento del yo al tú, darle a los demás un pedacito de nuestro tiempo.

El amor. Quien no tiene amor no tiene nada, y quien cree que tiene amor le falta todo.

Ese es el principio de la verdadera humildad y sencillez de corazón.

Yo puedo amar, porque Dios padre me ha amado, porque Cristo me ama y el Espíritu Santo me instruye en la caridad.

No somos nosotros cuando hacemos obras de misericordia, es el más misericordioso del mundo quien nos ayuda.

Y con Él, a su lado, en su amistad, no tropezamos.

Si Él permite ciertas tentaciones, será parte de nuestro camino; y si Él nos ayuda a vencerlas, nada podemos temer.

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