Hay Que Preparar El Corazón Para Recibir A Dios Esta Navidad

adviento

Dios nos quiere ver felices. Nacimos para ser felices. Y debemos aprender a ser felices con lo que Dios nos manda.

Tal vez en las fiestas esperamos regalos, abrazar a nuestra familia, estrenar ropa, cenar rico, cuando en realidad es Dios quien va a nacer. 

Navidad es el cumpleaños de Dios. En nuestro cumpleaños nosotros somos los protagonistas y nos sentimos tristes si no tenemos lo que queremos. ¿Has pensado qué le gustaría recibir a Dios  de cumpleaños?

Como un padre, quiere estar con sus hijos y verlos felices. Quizá sufriste la pérdida de un ser querido, enfermaste, te peleaste con alguien, o terminaste con tu pareja. 

Aunque ese dolor no pase todavía, puedes encontrar la fortaleza para que no cause más problemas a ti o a otros.

En las lecturas de Adviento recordamos la humildad de María al llamarse la esclava del Señor, y la humildad es de las virtudes que más hacen brillar a un católico.

Lo importante no son las cosas materiales, ni la comida, ni hacer la carta a santa, es pedirle a Dios más fe, y que pueda nacer en nuestro corazón para poder ver lo que tenemos y no lo que nos falta.

Aunque seas pecador, Dios te ama, Él a nadie hace menos, tienes a Dios y Dios puede conceder todo. ¿Para qué pedirle a Santa si Dios camina contigo?

Los católicos tenemos oraciones para diversos fines como acción de gracias, para hacer peticiones, para pedir perdón.

Si tú le pides algo al Padre, te lo concederá, y si le pides a María también, porque Dios como buen hijo ama a su madre y concede sus peticiones.

Tan grande es su amor que hasta cuando Él es el protagonista nos concede cosas.

Oración personal:

Señor Jesús, en el Evangelio de Mateo 3,1-12 es Juan el Bautista quien nos anima a ser trigo para ti; a convertirnos y dar frutos. Juan decía «Conviértanse porque ya está cerca el Reino», entonces la gente confesaba sus pecados y recibía el bautizo con agua, en señal de su conversión.

Al llegar fariseos y saduceos (sintiéndose como principales beneficiarios y merecedores de la salvación), Juan les advierte que hagan ver con obras su conversión, y los bautiza haciéndoles saber que Tú vienes después que él, a bautizar con el fuego del Espíritu Santo.

A veces yo también pienso que ya tengo ganado el cielo, sin embargo, no es así, porque todavía me falta convertirme.

Recuerdo una frase de San Ignacio de Antioquía; «Soy Trigo de Dios y he de ser molido por los dientes de las fieras para convertirme en pan vivo de Cristo».

Cuánta fe Señor, a mí todavía me falta para enderezar mi camino y creer firmemente en ti, pero con tu palabra me soplas la respuesta del examen; primero tengo que confesarme, y mi conversión debe dar frutos buenos con los más necesitados.

Al final, si te fueron agradables mis obras, me guardarás como al trigo se le guarda en el granero. Tú me llevarás al Cielo a gozar de la eterna alegría.

No importa si soy pobre, o si no soy inteligente, pues Juan también dijo que hasta de las piedras Tú puedes sacar hijos de Abraham.

Esta pecadora con un corazón duro, Tú quieres que se convierta, y con la bendita inspiración del Espíritu Santo, muestre con obras que realmente me he convertido.

Te pido me des más temor a ti que al infierno; si bien el fuego eterno asusta, no hay algo peor que estar lejos de ti. Mejor renuévame, Señor, con el fuego de tu Espíritu Santo, quema todo lo malo que hay en mí y déjame estar siempre contigo.

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