Cuando Jesús dice, si tu ojo es ocasión de pecado sácatelo, si tu mano es ocasión de pecado córtatela…
Para no pecar más radicalmente hay que terminar con lo que daña tus ojos.
Deja de ver lo que no debes ver. No tomes lo que no debes tomar.
Así no te estarás engañando a ti mismo.
Porque a Dios no lo engañamos. Él conoce todas nuestras intenciones.