Es fácil decirle “Jesús, en ti confío”, cuando todo va bien, cuando te sientes amado o amada y deseas expresar tus sentimientos.
En la adversidad es cuando más Dios nos pide confianza, y esa confianza no es por entender lo que ocurre…
Sino por creer que Él es más grande que nosotros y tiene sus caminos perfectos.
El Señor sabe lo que te aqueja, tus dolores, tus defectos, tus heridas, los sabe.
No es que no lo sepa o no quiera actuar para hacerte sentir mejor, es que sus caminos son perfectos.
¿Has pensado en un momento de tu pasado donde no entendías los planes de Dios pero ahora sí?
Te pongo el ejemplo que más me ha tocado y a otras personas que conozco: El fallecimiento de mi hermano a sus diecisiete años.
Nadie lo entendía, y a pesar de que estaba enfermo, todos esperábamos que tuviera un futuro, porque era una persona super optimista, ni siquiera parecía que estaba enfermo.
Pero Dios tenía un plan, y ahora, pasados nueve años, creo que podemos verlo con mayor claridad.
Yo me acerqué a la Iglesia, un amigo suyo se sintió a salvo ante situaciones de peligro.
Algunos de sus amigos que eran de otra religión fueron a la iglesia católica.
Todo tiene su por qué, no lo verás quizás ahora, quizás no pronto, pero ese por qué existe.
Y eso es la confianza, creer ciegamente en los caminos de Dios mientras nosotros estamos dispuestos a servirle.
Confía en el Señor, no porque lo entiendas, nuestro entendimiento es menor que el suyo.
Confía porque le amas y sabes que Él te ama, que todo lo permite para su mayor gloria y tu mejor futuro.
Un futuro en amistad con él, en la unión más fraterna y más pura, desinteresada, solo por y con amor.
No hay amor más grande que dar la vida por tus amigos, y Dios mismo pagó con su sangre para que tú tuvieras vida eterna.
No permitas que tu falta de entendimiento te aleje de Él, porque eso sí sería desastroso.
El Señor actúa, se deja ver tarde que temprano su misericordia y su fidelidad nunca se acaba.
Confía en el Señor y saltarás de gusto.
