Las ideas son un paso, no lo son todo, y las metas pueden convertirse en un obstáculo al llegar a ellas; pero tener motivación para comenzar un hábito es ese granito de mostaza que hace crecer el gran árbol.
¿De qué sirve ponernos la meta de hacer algo nuevo durante una hora al día? Lo más probable sería que abandonemos porque hay cosas que necesitan un proceso.
Tal vez no vamos a bajar de peso si una semana decidimos hacer dieta: porque al hacer dieta de golpe, se nos antoja más la comida.
Así sucede con tantas cosas… Y sí, tal vez Roma no se hizo en un día, pero existe.
Independientemente del hábito a cambiar o desarrollar, prueba estos consejos:
Cambia tu entorno: sigue a gente que sabe sobre lo que quieres aprender, al menos por redes.
Sé realista: no hacen falta grandes metas para un día, solo tener motivación.
No te trates mal: Cambia ese «no puedo» por «voy a intentarlo», y si al final del día sientes que no cumples, recuerda lo que te motiva.
De pronto los católicos escuchamos historias de Santos y decimos «Qué bien, lo hizo genial en su vida», pero tal vez pasó por una situación parecida a nosotros.
Tal vez en gran parte de su vida terrenal no parecía tener futuro de santo, sin embargo ahora lo es.
Santa Mónica oraba mucho por la conversión de su hijo Agustín, y gracias a ello, Dios le concedió no solo la conversión de su hijo sino que además sea doctor de la Iglesia.
En nuestra época puede que a un joven no le funcione la meta de orar durante hora y media todos los días cuando no va a misa, porque necesita ir poco a poco.
Y es válido. Hay muchos primeros pasos; grupos católicos que bailan y otros que son más reflexión, quizá alguien va un día por curiosidad y se queda un año o más, gloria a Dios.
A veces lo que se cocina a fuego lento es más rico. Cambia tu entorno, sé realista, y no te trates mal.
Los buenos hábitos se pueden trabajar siempre y cuando recordemos que es para nuestro bien.